La vida nos da regalos. Pequeños, gigantes, esperados e inesperados, pero siempre significativos. Conocer a Maru y Fer fue uno de ellos.

Siento que los conozco de toda la vida (o todas las vidas). Enseguida conectamos, nos reímos y emocionamos.
Ellos son la mejor representación terrenal del Amor Universal.
Genuino, tierno, puro, sincero y desprejuiciado. Como el amor de los niños.

Las palabras no alcanzan para describir la emoción descontrolada que se genera a su alrededor cuando se miran a los ojos. Intensa y profundamente, diciéndose «te veo», «te siento», «estoy acá».

La boda no podría haber sido de otra manera. Lágrimas de felicidad, un clima soñado y un lugar de película ayudaron a contar la historia de estas hermosas personas que el fin de semana pasado decidieron caminar juntos (como siempre lo han hecho).

Maru y Fer, los abrazo fuerte y desde el corazón. Gracias por permitirme ser testigo de un amor tan hermoso y de un momento tan íntimo.
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