La vida corre, tic tac, como el reloj. El tiempo pasa, la rutina nos absorbe y nos perdemos en un mar de cosas.
Y entonces, cuando estamos sumergidos en esa vorágine, llega un click que nos recuerda quienes somos, por qué estamos acá, cuál es la verdadera esencia de la vida.
Porque somos almas con cuerpo, no cuerpos con alma.
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El pasado 14 de Octubre, precisamente a las 14:20, uno de esos instantes infinitamente mágicos y poderosos tuvo lugar en una pequeña sala de partos.
Nació Lautaro.
Entre pujos y sudor, manos apretadas, lagrimas que recorrían mejillas y un misticismo extraordinario, él se abrió paso a la vida.
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Tener la dicha y el honor de presenciarlo y registrar su llegada fue algo increíble, por lo que siempre estaré agradecida.
A Lauti que me eligió mediante un sueño de mamá, a sus papás, a Adriana y a Jimena, por permitirme compartir con ellos algo tan profundo como la llegada de un hijo al mundo.
Las palabras sobran. Aquí comparto las fotos para quienes quieran disfrutar de esta historia.
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