Pasan las luces una a una. Difusas, distantes, como si la cuidad estuviera a oscuras.
Londres fue un veloz y agotado paseo por una película. El acento de sus habitantes me transporta, junto con esos buses rojos y enormes o las cabinas de teléfono. Sus edificios, su realeza, su constante construcción. Picadilly Circus, Underground, Mind the Gap, cup of tea.
Y aunque no sentí un ritmo de ciudad acelerado, me encontró cansada, pero pude disfrutar de sus calles, del Camden Town Market, de Notting Hill, de la Nutella.